La poca rotación de pisos de estudiantes, con una alta demanda y poca oferta de pisos, imposibilita las nuevas llegadas
La situación de los estudiantes universitarios a Girona en materia de vivienda es cada vez más preocupante. Después de hablar con varias agencias inmobiliarias, queda claro que el mercado del alquiler por estudiantes ha quedado saturado.
La falta de movilidad en el mercado de alquiler para estudiantes es un problema que afecta tanto los nueces llegados como a los graduados. La mayoría de los estudiantes gerundenses viven en pisos compartidos de tres o cuatro habitaciones, con rentas que oscilan entre 870 y 1.100 euros, hecho que supone un gasto personal mensual de unos 280 euros.
Esta situación dificulta la capacidad de los estudiantes de liberar viviendas, puesto que la oferta de alternativas adecuadas es limitada. Tal como se menciona anteriormente, si cada estudiante paga unos 280 euros en el mes, en un piso compartido, es comprensible que no encuentren opciones mejores que los motiven a hacer el cambio. Además, los graduados que quieren quedarse en la ciudad a menudo prefieren mantenerse en estos pisos de estudiantes. La falta de poder adquisitivo también impide que estos jóvenes puedan permitirse alquileres más altos, provocando una baja rotación que dificulta el acceso a nuevas oportunidades de vivienda para los estudiantes que llegan. Esta dinámica genera un círculo vicioso que contribuye a la congestión del mercado de alquiler y a la escasez de vivienda disponible para la comunidad estudiantil.
Las agencias inmobiliarias se ven desbordadas, puesto que por cada anuncio que publican, reciben unas 100 solicitudes a lo largo de una mañana. Esta alta demanda deja fuera a muchos estudiantes, que se ven obligados a empezar el curso sin tener una vivienda fija. Algunos de ellos, incluso, tienen que recurrir al coche propio para desplazarse en la universidad, puesto que no han conseguido alquilar un piso cerca del campus.
Ante esta situación, una de las pocas alternativas que tienen los estudiantes gerundenses, especialmente aquellos que empiezan la universidad y no consiguen un piso de inicio, son las residencias de estudiantes. Girona cuenta actualmente con cuatro residencias, una de las cuales se inauguró este año, pero esta opción también se ve saturada por la baja rotación de habitaciones.
Después de hablar con varias residencias, se puede constatar que la mayoría de habitaciones ya están ocupadas y que quedan muy pocas plazas libres. A pesar de que alquilar una habitación en una residencia es considerablemente más caro que compartir un piso, alrededor de los 550 euros mensuales, la demanda es muy elevada y el estudiantado no tiene mucho margen de elección.
Actualmente, casi la mitad de los residentes en estas residencias son estudiantes de primer curso. Esta tendencia revela la gran dificultad que tienen los nuevos estudiantes para encontrar un piso adecuado. Además, se observa que la rotación en estas residencias ha disminuido; antes, aproximadamente la mitad de los residentes abandonaban la residencia al final de cada curso, mientras que actualmente solo lo hace un 40% aproximadamente. Esta disminución refleja una mayor retención de los estudiantes en estos alojamientos, puesto que no ven factible dejar las residencias y marchar en un piso compartido.
La situación es insostenible para muchos estudiantes que llegan a Girona con la esperanza de encontrar una vivienda adecuada para su curso académico. Tanto los pisos compartidos como las residencias se encuentran saturados, con una rotación mínima que impide que los nuevos estudiantes tengan opciones viables. Esto deja a muchos jóvenes en una posición de vulnerabilidad, puesto que encontrar un lugar donde vivir se ha convertido en una verdadera carrera de obstáculos.
Es esencial que las autoridades locales y universitarias busquen soluciones para aligerar esta situación, no solo para los estudiantes, sino también como reflejo de la problemática de la vivienda a Girona, donde la carencia de vivienda es cada vez más evidente.